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La prioridad de los idiomas bíblicos


En Mateo 5:18, Jesús dice, “Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido.”  En estas palabras, nuestro Señor estaba proclamando la autoridad duradera de Las Escrituras y la garantía de su cumplimiento. Lo hace resaltando el nivel de precisión en la cual las Escrituras fueron escritas.  La “jota” se refiere a la letra más pequeña del alfabeto hebreo, y la “tilde” se refiere a una rayita que se extiende de algunas letras hebreas. 

Sin duda, Cristo estaba insistiendo en el nivel de precisión de Las Escrituras para establecer su autoridad.  En el caso del Antiguo Testamento, Cristo presenta este nivel de precisión hasta la más pequeña “tilde” de la letra hebrea.  En el caso del Nuevo Testamento, la misma autoridad se coloca sobre los escritos de los apóstoles ya que declaran que están hablando las meras palabras del Señor.  

Un ejemplo de esto se encuentra en 1 Corintios 2:13 donde Pablo declaró que hablaba, “no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu”.  De nuevo, el nivel de precisión que establece la autoridad del Nuevo Testamento se extiende hasta las meras palabras enseñadas por el Espíritu.  Como expositores, tal precisión exige una atención prioritaria a los idiomas originales.  Con esto dicho, surge dos preguntas:

  1. ¿Cuáles son algunas de las razones para priorizar los idiomas bíblicos?
  2. ¿Es necesario que el pastor conozca los idiomas bíblicos?

¡Te lo contamos!

¿Cuáles son algunas de las razones para priorizar los idiomas bíblicos?

Tal como ya se ha declarado, Cristo y los apóstoles les dieron mucha importancia a la Palabra Escrita en su forma original. Esto era la manera de Dios para revelar su verdad a la humanidad. Esto en sí mismo debería ser razón suficiente para estudiar los idiomas originales. Además de esto, vemos los siguientes beneficios de este importante estudio.

  1. Conocer la verdad en su idioma original aumenta nuestra confianza en el mensaje del texto. Si nuestro entendimiento de la intención del autor se basa simplemente en una “buena” traducción, siempre estaremos plagados de dudas en cuanto a su intención original. Sin embargo, si nuestros ojos están abiertos a las palabras exactas y precisas escritas por el autor en su forma original, podemos proclamar con mayor confianza: “¡Así dice el Señor!”
  1. Conocer la verdad en su idioma original evita interpretaciones erróneas en pasajes desafiantes. Un ejemplo de esto es ese error del siglo III conocido como arrianismo basado en una interpretación errónea de Juan 1:1. El arrianismo sostiene que la parte final del versículo dice: “y la palabra era un dios”. Es cierto que el sustantivo “Dios” no tiene un artículo definido. Por lo tanto, se tomaron la libertad de agregar un artículo indefinido al sustantivo predicado en su traducción, haciendo del “logos” (Cristo) “un” “dios” distinto del Dios verdadero. Quizás, se ha preguntado ¿por qué Juan no colocó el artículo definido antes de “Dios” para silenciar a todos estos herejes y declarar que Cristo es “el” Dios verdadero. Sin embargo, tal construcción gramatical solo hubiera sido motivo para otra herejía llamada sabelianismo o modalismo, que afirma que Cristo es simplemente otra forma o modo del Padre. El apóstol Juan fue muy cuidadoso y preciso al escribir esta afirmación monumental acerca de Cristo sin el artículo para mostrar que Cristo era distinto del Padre y, a la misma vez, plenamente Dios. Tal conocimiento del texto original claramente puede descartar el error y darle al predicador expositivo la confianza para predicar pasajes desafiantes.
  1. Conocer la verdad en su idioma original nos hace ver la riqueza de la Palabra y, a su vez, nos impulsa a predicarla con pasión. Al estudiar la fraseología original de muchos pasajes, nos impacta su riqueza ilustrativa que luego nos impulsa a predicar su belleza con pasión. Un ejemplo es la personificación del barco que Jonás usó para huir de la presencia del Señor en Jonás 1:4. Muchas de las traducciones al español no recogen este mecanismo de dicción. Después de que el Señor lanza un gran viento que causa una gran tormenta, muchas de las traducciones terminan el versículo diciendo algo como: “de modo que el barco estuvo a punto de romperse”. Después de una observación más cercana a la construcción hebrea, descubrimos que la traducción hebrea literal es, “de modo que el barco pensó al romperse”. Una traducción más fluida sería “de modo que el barco pensó que sería destruido”. Lo que vemos aquí es el mecanismo literario de personificación utilizado para aumentar la severidad de la tormenta y su efecto extenso. Tan severa fue la tormenta que incluso el barco pensó: “Ya no aguanto”. Esto revela el nivel de ansiedad intensificado de todos los participantes involucrados, incluso del barco mismo, que luego magnifica el contraste de la respuesta de indiferencia de Jonás en los siguientes versículos. Es más, el barco responde a la tormenta de Dios, pero Jonás estaba dormido. 

Tales descubrimientos de los idiomas originales forman la base de aquellos grandes sermones. Lutero lo expresó de esta manera: “… donde el predicador está versado en los idiomas, hay frescura y vigor en su predicación, la Escritura se trata en su totalidad y la fe se renueva constantemente por una variedad continua de palabras e ilustraciones”.

¿Es necesario que el pastor conozca los idiomas bíblicos?

Otra forma de hacer la pregunta es: “¿Es necesario que el pastor sea preciso en su estudio de la Palabra para que pueda comunicar la verdad con mayor exactitud?” La respuesta a esta pregunta es un rotundo “¡SÍ!” Debemos entender que nuestra predicación exige una exposición cuidadosa y precisa del texto basada en un estudio cuidadoso y preciso de Su Palabra. Esto requiere un cierto nivel de conocimiento de los idiomas originales. Este nivel de conocimiento puede diferir de un pastor a otro. Por ello se presenta una lista de 4 niveles de este conocimiento que serán útiles para evaluar su programa de formación pastoral. Pero, antes de enumerarlos, aquí se presenta algunas convicciones básicas que todos estaríamos de acuerdo que son necesarias para la predicación de la Palabra de Dios.

  1. Debemos tener la convicción de que la Biblia es inerrante e infalible en sus idiomas originales.
  2. Debemos tener la convicción de que las mejores traducciones, por cuidadosas que sean, pierden un cierto nivel de precisión.
  3. Debemos tener la convicción de que, para poder predicar con confianza, “Así dice el Señor”, debe contar con el apoyo autoritativo de los idiomas originales.

La confianza del pastor en este apoyo autoritativo dependerá de los diferentes niveles de conocimiento de los idiomas originales en su estudio de la Palabra. A continuación, se explican estos 4 niveles.

Nivel 1 – El pastor tiene la convicción de predicar la Palabra, versículo por versículo, pero no tiene un gran conocimiento de la gramática. En este caso, está totalmente dependiente de comentarios escritos por autores cuyas interpretaciones se basan en la exégesis de los idiomas originales. El nivel de confianza aquí es el menor de todos los niveles, ya que el pastor no puede evaluar las conclusiones exegéticas de los autores de los comentarios y depende completamente de lo que tienen que decir sobre el pasaje.

Nivel 2 – El pastor tiene un manejo básico de conceptos gramaticales en su propia lengua materna y tiene acceso a algunas herramientas exegéticas. Está dependiente en gran medida de los comentarios exegéticos. El pastor comprende suficiente gramática para evaluar hasta cierto punto las conclusiones exegéticas de varios comentarios. A cierto grado, este nivel proporciona un poquito más de confianza que el nivel anterior. Sin embargo, todavía carece de conocimiento personal de los idiomas originales.

Nivel 3 – El pastor tiene un manejo básico de conceptos gramaticales griegos y hebreos con el uso de guías gramaticales y herramientas interlineales. Esto incluye un conocimiento básico de cómo estudiar un pasaje en una manera sintáctica y también incluye el uso de algunas herramientas exegéticas. Está más dependiente de comentarios exegéticos y léxicos como “Vine’s”, etc.. Este nivel proporciona más confianza que el nivel anterior.  Sin embargo, el pastor no está tan versado en el proceso exegético.

Nivel 4 – El pastor tiene un cómodo conocimiento léxico, sintáctico e histórico de los idiomas originales. Esto incluye un conocimiento de la gramática griega y hebrea, un proceso exegético sólido, la capacidad de estudiar un pasaje en una manera léxica y sintáctica, un cierto nivel de la crítica textual y el acceso a un conjunto de herramientas exegéticas (gramáticas, léxicos, diccionarios teológicos, concordancias, comentarios exegéticos, etc.). Este nivel proporciona la mayor confianza ya que el pastor está equipado para sacar conclusiones exegéticas objetivamente utilizando un proceso exegético sólido en los idiomas originales.

Una Advertencia Importante

Muchas veces cuando se ofrecen clases de los idiomas originales, muchos se alegran por el importante conocimiento que recibirán y… tienen razón por esta alegría.  Como ya hemos visto, tal conocimiento provee lo necesario para poder trazar la Palabra con mayor precisión y predicarla con mayor confianza.

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Sin embargo, debemos tener mucho cuidado con ciertas actitudes peligrosas que pueden llegar a nuestros corazones. Quiero hablarles de dos de estas actitudes.

La pereza

La primera es la pereza.  2 Timoteo 2:15 dice, “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.”. El estudio de la Palabra no es para perezosos.  Tienen que comprometerse de hacer el trabajo con mayor diligencia hasta que estén convencidos del preciso mensaje de Dios.  Esto requiere mayor esfuerzo y tiempo.  Esto tiene que ser una prioridad en sus responsabilidades pastorales. No hay atajos. Pero, sí hay grandes galardones.

¡Hermanos, seamos diligentes!

El orgullo

La segunda es el orgullo.  1 Corintios 8:1b dice, “El conocimiento envanece, pero el amor edifica.”  Muchos se ilusionan por tener la capacidad de trazar la Palabra de Dios en Sus idiomas originales.  Pero, a menudo, esta ilusión se convierte a una actitud de señorío sobre los que no manejan tal capacidad.  Ellos se creen más espirituales y más piadosos.  Pero tal conocimiento no hace uno más espiritual.  Hay muchos paganos que conocen más griego y hebreo que jamás vamos a aprender.  A menudo, he dicho que el niño de 7 años en la iglesia primitiva tenía más conocimiento del griego bíblico que jamás vamos a tener.  El fin de estos estudios no es conocer más.  El fin de estos estudios es de poder conocer exactamente qué es lo que Dios demanda para poder ser espiritual, es decir, conformarnos más a la imagen de Jesucristo.  Se requiere mayor humildad en la preparación y en la predicación de Su Palabra

¡Hermanos, seamos humildes!

Conclusión

Nuestro mayor deseo para cada pastor es que se comprometan a ser precisos, diligentes y humildes, en su ardua preparación para predicar la Sagrada Palabra de Dios.  Solo así podemos predicar a Cristo con Poder, Pasión, y Precisión. Si quieres prepararte para que tu predicación se distinga por ser una verdadera predicación cristiana, Prepárate en SEPE.