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El Orden en el Gobierno de la Iglesia


El orden en el gobierno de la iglesia según las Escrituras.

Uno de los más grandes desordenes en la iglesia actual es lo relativo a los Pastores, por no observar y obedecer las Escrituras, tanto en su elección como lo expresa el apóstol Pablo a Timoteo en en el capítulo 3, versículos 1 al 7, de la primera epístola, el ministerio pastoral obedece a un llamado irrevocable de Dios, no a un simple deseo humano.

En adición a ese llamado divino, se requiere la capacitación bíblica y el reconocimiento de la iglesia de ese llamado, aspectos que hoy no se observan ni aplican en varias congregaciones, por ello, hoy hay muchos pastores auto impuestos.

Otro punto pasado por alto, es que el llamado al ministerio pastoral es únicamente para varones y hoy hay congregaciones guiadas por mujeres, trastocando la escritura al imponer la voluntad humana por encima de la voluntad de Dios.

El texto Sagrado con su plena y total inerrancia, suficiencia y autoridad, nos revela la voluntad de Dios en la forma de gobernar y guiar su iglesia, a través de una pluralidad de hombres, biblicamente llamados, capacitados y establecidos en las iglesias locales para guiar, alimentar, proteger y equipar a las ovejas del Señor mediante la correcta exposición y aplicación de la Palabra de Dios para cumplir con la gran comisión y edificar a la iglesia mediante el ejercicio de los dones espirituales recibidos.

Atendiendo a la interpretación literal, historica, gramatical de la Palabra de Dios, obtenemos tres principios bíblicos que la iglesia debe obedecer para mantener el orden en el gobierno de toda congregación y así honrar a Cristo.

  I. EL PRINCIPIO DE LA PLURALIDAD DE ANCIANOS.

Encontramos en Hechos 11:30 la primera vez que se menciona a los ancianos como los líderes de la iglesia. La palabra “anciano”, (PRESBUTEROS), significa «más viejo», sin ninguna connotación negativa sino más bien con un sentido de venerabilidad. Se usa para designar un título o cargo cuando la referencia es a los miembros de órganos de gobierno como el concilio superior de los judíos, el Sanedrín (Lc 22:66; Hch 22:5) o el presbiterio en la iglesia  (1 Ti 4:14)[1]

La palabra anciano es un término general que se refiere a los que anhelan ser “obispos” (1 Tm 3:1). Existen varios pasajes en el Nuevo Testamento que expresan, que las palabras anciano (presbuteros), obispo (episkopos) y pastor (poimen) hacen referencia al mismo oficio, como lo muestra Pedro en su primera epístola (5:1-2)

Ruego a los ancianos [presbuteros] que están entre vosotros, yo anciano también con ellos, y testigo de los padecimientos de Cristo, que soy también participante de la gloria que será revelada: Apacentad [poimainō] la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella [episkopeō], no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto”.

 En otras palabras, los obispos y pastores no son distintos de los ancianos; simplemente los términos son diferentes maneras de identificar a la misma persona, ya que la identificación de anciano apunta a su madurez espiritual, la de obispo apunta a su responsabilidad de ser un sobreveedor y la de pastor a su amor por cuidar, guiar, alimentar y proteger a las ovejas.

Las Escrituras establecen con claridad la necesidad de que haya pluralidad de ancianos en la dirección de la iglesia:

Así, la Biblia establece como único modelo de gobierno de la iglesia la pluralidad de ancianos biblicamente llamados, capacitados y establecidos por Dios.

 Como lo afirma Alexander Strauch en su libro “Liderazgo Bíblico de Ancianos”: “El verdadero liderazgo bíblico de ancianos no es una comisión ejecutiva. Es un concilio bíblicamente calificado de hombres que pastorean en conjunto la iglesia local”.[2]

 Lamentablemente observamos y conocemos varias congregaciones que enfatizan exponer la sana doctrina, sin mantener una sana práctica con respecto al liderazgo y gobierno plural establecido por la Palabra de Dios, al mantener un liderazgo individual, obedeciendo más a tradiciones denominacionales que a Dios.

Oportuna y acertada la opinión de Strauch al respecto:

         Es extraño que los cristianos no tengan problemas para aceptar la pluralidad de los diáconos, pero se muestren casi irracionalmente temerosos de aceptar la pluralidad de ancianos, que tiene muchas más evidencias en el Nuevo Testamento.[3]

Por lo tanto, no es bíblico el que una congregación sea gobernada por un solo pastor o anciano, pues se corre el peligro de que se enseñoreé de la congregación, en forma coloquial se le denomina “pastor chicharronero” porque “solo sus chicharrones truenan” en su iglesia.

En contraste, los beneficios de la pluralidad de ancianos es evidente, ya que un liderazgo compuesto por una pluralidad de hombres piadosos, biblicamente llamados y capacitados, proveera a la congregación de consejos sabios que aseguren que sus decisiones no son la voluntad ó están al servicio de un sólo individuo, siguiendo el principio escritural de que en “la multitud de consejeros esta la sabiduria”. (Proverbios 11:14).

Otro beneficio es que brinda equilibrio entre las debilidades y fortalezas de los pastores, requiriéndose el ejercicio de la humildad, la misericordia, la paciencia, complementándose para ser mas eficientes en el desempeño del ministerio pastoral manteniendo un control mutuo a fin de que se evite el insano deseo de ser el protagonista del ministerio, recordando que el protagonista de todo creyente es Cristo pues el creyente al unirse e identificarse con el Salvador ha muerto para si y para el mundo, de tal forma que ya no vive él sino que Cristo vive en él, y si esto es verdad para todo redimido, cuanto más debe ser moldeado por los pastores en el liderazgo de la iglesia.

En adición a lo anterior, la pluralidad otorga un beneficio práctico al aligerar la carga del trabajo ministerial, así se repartirán las tareas de consejería, visitación de enfermos, administración etc.

El Pastor MacArthur afirma con razón, que las Escrituras no muestran que una iglesia local sea gobernada por la opinión de la mayoría o por un solo pastor[3], los ancianos no deben operar por mandato ni voto de la mayoría. Si todos los ancianos son guiados por el mismo Espíritu y tienen la mente de Cristo, debería haber unanimidad en las decisiones que tomen.

Si hay división, todos los ancianos deberían estudiar, orar y buscar la voluntad de Dios unidos hasta alcanzar un consenso. La unidad y la armonía en la iglesia empiezan con este principio.

II. EL PRINCIPIO DE LA PARIDAD EN LA PLURALIDAD.

Los Pastores Sugel Michelen y Miguel Nuñez, afirman con razón que la pluralidad de ancianos no es una práctica común en América Latina, y que llevará varias décadas que se practique en las iglesias, y que aún, las congregaciones que hoy tienen más de un pastor, no guardan la paridad y otorgan más autoridad a uno de los pastores por sobre los demás, atentando así contra la pluralidad.

Nuevamente Strauch nos arroja luz para entender la paridad dentro de la pluralidad de los ancianos, al señalar:

            Por definición, la estructura de gobierno de ancianos es una forma   colectiva de liderazgo en la que cada anciano comparte una misma posición, autoridad y responsabilidad en el oficio.[5]

La paridad no nace del acuerdo entre los ancianos, ni de la buena voluntad que puedan tener en la práctica del ministerio pastoral, la paridad emana con toda autoridad de la Palabra de Dios, veamos el texto de

1 PEDRO 5:1 Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos, y testigo de los padecimientos de Cristo, que soy también participante de la gloria que será revelada”.

En el original, la palabra que la versión Reina Valera traduce como “también” es “συμπρεσβύτερος” (sympresbyteros), sustantivo que significa: “Copresbitero, compañero anciano, con la implicación de “uno entre los líderes cristianos”.

La Versión de la Nueva Biblia de las Américas nos brinda una mayor y mejor comprensión del texto:

    Por tanto, a los ancianos entre ustedes, exhorto yo, anciano como ellos y testigo de los padecimientos de Cristo, y también participante de la gloria que ha de ser revelada:

De este breve pero revelador versículo podemos desprender ricas enseñanzas:

En primer lugar, el autor es el apóstol Pedro, quien como lo afirma fue un discípulo de Cristo, testigo presencial de los padecimientos de Cristo.

En segundo lugar, Pedro el líder de los discípulos del Señor reconoce su calidad de pastor, porque fue uno de los ancianos fundadores de la naciente iglesia como lo refiere Lucas en Hechos 6, aquí se coloca humildemente al mismo nivel que el de los ancianos a los que dirige su exhortación, es decir, no hace diferencia alguna a pesar de sus antecedentes, afirma “yo soy igual a ustedes, soy un anciano como ustedes”.

En tercer lugar, observamos el respeto del apóstol al principio de paridad entre iguales, no tomó en cuenta sus privilegios como el discípulo que, guiado por el Espíritu Santo, declaró que Jesús era el Cristo el Hijo del Dios viviente, y recibió la bienaventuranza del Mesías, Pedro el líder de los discípulos con humildad reconoce que no es más que los ancianos de su audiencia original, es uno más entre ellos, compartiendo la misma posición, autoridad y responsabilidad en el ejercicio del ministerio encomendado por Dios.

En tanto que el apóstol Pablo en su despedida a los ancianos de la iglesia en Éfeso, les expresa:

Hechos 20:28 (NBLA) Tengan cuidado de sí mismos y de toda la congregación, en medio de la cual el Espíritu Santo les ha hecho obispos para pastorear la iglesia de Dios, la cual Él compró con Su propia sangre.

Pablo establece un mandato permanente para los ancianos, “tengan cuidado de si mismos”, y usa la palabra griega προσέχω (prosechō), que significa “considerar cuidadosamente, con la implicación de estar de acuerdo”.

Este mandato establece la responsabilidad de los ancianos de mantener permanentemente un cuidado espiritual entre ellos, es decir pastorearse los unos a los otros en un esquema de paridad, de igualdad de autoridad, porque comparten la misma función y responsabilidad delante de Dios y de la congregación.

Lamentablemente las reuniones que lleva a cabo la pluralidad de ancianos, muchas veces se centra más en planear actividades para la iglesia, resolver asuntos para suplir las necesidades materiales de la iglesia, pero no para pastorearse, para rendirse cuentas, para llevar las cargas los unos de los otros, para orar los unos por los otros, por sus matrimonios, por sus hijos, y por ello no muestran la unidad, no son una sola alma alabando a Dios, se convierten en burócratas eclesiásticos que no honran ni glorifican a Dios, como atinadamente lo afirma Alexander Strauch:

Uno de los secretos del éxito en el liderazgo son las reuniones regulares que incluyen una buena parte del tiempo dedicado a trabajar juntos en oración[6]

Solo en el ejercicio de la pluralidad respetando el principio de paridad, los ancianos encontrarán los acuerdos necesarios para guiar al rebaño del Señor a los delicados pastos que le fortalecerá para madurar espiritualmente.

La paridad simplemente afirma que en la pluralidad necesariamente debe haber igualdad, no hay un pastor por encima de los demas pastores, no hay un pastor principal porque sea el que fundo la iglesia, porque sea el más antiguo, o porque sea el anfitrión de los demás pastores o porque es el que más predica y se le denomina pomposamente “pastor maestro”, como si los demás pastores no lo fueran, cuando uno de los requisitos bíblicos es que el pastor sea apto para enseñar (1 Timoteo 3:2), y en Efesios 4:11 vemos  que Cristo constituyó “pastores y maestros”, la construcción del griego indica allí que los dos términos van juntos y que se podrían unir como pastor maestro o maestro pastor, el énfasis se hace en el ministerio de enseñanza que tiene el pastor, de donde concluimos que todo pastor necesariamente es un maestro de la Palabra de Dios, por lo que no es bíblico hacer diferencia alguna entre los pastores, todos los ancianos gozan de la misma responsabilidad y autoridad bíblica, todos deben ser aptos para predicar la Palabra de Dios, practicar lo contrario es ir en contra de la inerrante y autoritativa Palabra de Dios.

La paridad establece que todos los pastores tienen la misma autoridad y responsabilidad, no hay un pastor por encima de los demás, vemos el ejemplo que nos muestra la Escritura  de la confrontación de Pablo con Pedro, en Gálatas 2:11-12.

Pero cuando Pedro vino a Antioquía, le resistí cara a cara, porque   era de condenar.Pues antes que viniesen algunos de parte de Jacobo, comía con los gentiles; pero después que vinieron, se retraía y se apartaba, porque tenía miedo de los de la circuncisión.

Pablo fue el último de los apóstoles, Pedro el líder de ellos, uno de los ancianos de la naciente iglesia, pero Pablo no tuvo empacho de reprender a Pedro por lo que hacía, lo que nos muestra que ni la antigüedad, ni la reputación es una razón válida para no respetar la paridad entre los pastores, pue el mismo que llamó a Pedro, llamó a Pablo y ambos deben someterse a la autoridad del que los llamó, Cristo.

Hemos dicho que es indistinto el llamar al pastor anciano u obispo, pero, si no se respeta la paridad, y se coloca a un obispo por encima de los demás obispos, se crea un arzobispo como en la iglesia de Roma, y eso no es bíblico.

Pablo estableció varias iglesias y dejo en cada una de ellas a pastores que eran independientes  y autónomos de las demas congregaciones, y  desde luego, Pablo no era el arzobispo de la iglesias de Efeso, Creta, Corinto, Tesalónica, por haberlas establecido, ni de Timoteo y Tito por ser su padre espiritual o ser el anciano que los reconocio como pastores.

Si en la pluralidad no hay paridad, y se coloca a un pastor por encima de los demás pastores, se tiene a un pastor “chicharronero”, y esa figura no existe en las Escrituras.

III. EL PRINCIPIO DE LA DIVERSIDAD EN LA PLURALIDAD SIN ALTERAR LA PARIDAD.

Si el principio de paridad entre la pluralidad en el ancianato eclesiástico es una práctica ignorada o mal ejecutada, el principio de la diversidad entre los pastores sin alterar la paridad, es aún más desconocida y ello lleva a una palpable y lamentable ausencia en la práctica ministerial.

Ello es así, por cuanto se exalta a un anciano por encima de los demás, ya sea por haber sido el maestro de la Biblia en grupos en casa que después se convirtieron en una congregación y eso lo convirtio en el pastor fundador de la iglesia, o por tradiciones denominacionales, o por tener un reconocimiento público a través de las redes sociales de ser un hombre con capacidad de predicar, o porque ha escrito libros, o por cualquier otra razón, se le coloca en un peldaño superior al de los demás pastores, quienes también se someten al liderazgo de este anciano, lo cual trastoca el principio de paridad.

En la antigüedad, los romanos establecieron la práctica identificada como “primus inter pares”, es decir “primero entre iguales o primero entre pares”, lo cual implicaba el reconocimiento de un lider sin afectar la igualdad en autoridad y responsabilidad entre el liderazgo, y tal principio debe ser reconocido en la iglesia.

La diversidad de los ancianos se enseña claramente en las Escrituras. No es, como hemos visto, una diversidad respecto al cargo, a la autoridad o al título. Consiste, en una diversidad de dones espirituales, apoyo financiero e influencia real, como a continuación lo expongo:

A) DIVERSIDAD DE DONES ESPIRITUALES.

Ya hemos establecido que todos los ancianos comparten la misma autoridad y responsabilidad entre ellos y ante la congregación, pero existe una diversidad en cuanto a los dones espirituales que han recibido, por lo tanto es necesario considerar esto a la luz de las Sagradas Escrituras:

Primero, el Nuevo Testamento enfatiza la soberanía de Dios al impartir aquellos dones. 1 Corintios 12:11 afirma: «Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere».

Segundo, el Nuevo Testamento también enfatiza  la variedad de dones espirituales que el Espíritu en su soberanía imparte, 1 Corintios 12:4-7 dice: «Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo. Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho». Este mismo énfasis se encuentra en Romanos 12:3-7 y 1 Ped. 4:10-11.

Lo que es cierto acerca de los dones del Espíritu hacia la iglesia en general es, por supuesto, cierto también para los ancianos de la iglesia. Aquí también hay variedad de dones según la soberanía del Espíritu.

Tercero, existen varios dones diferentes que son importantes específicamente para los ancianos. Romanos 12:7-8 nombra los dones de enseñar, exhortar y dirigir [(presidir)]. 1 Corintios 12:28 menciona los dones de enseñanza y administración. 1 Pedro 4:11 menciona el don de hablar.

En ese orden de ideas, lo que distingue a un pastor de otro, es el don o dones recibidos, de tal manera que uno o varios ancianos se destacarán de los demás por el don recibido, sea la enseñanza, la consejeria, el evangelismo, la administración, la consolación, o la predicación por señalar solo algunas áreas del servicio pastoral, sin alterar la igualdad en la pluralidad.

B) DIVERSIDAD EN EL APOYO FINANCIERO.

El Nuevo Testamento enseña que hay diversidad en el tema del apoyo financiero. Algunos ancianos pueden ser totalmente apoyados por la iglesia. Otros ancianos pueden trabajar en otra vocación para mantenerse a sí mismos.

Se debe enfatizar que esta diversidad no es el producto de la pecaminosidad humana. Es eclesiásticamente lícito que así sea. El texto clave aquí es, por supuesto, 1 Timoteo 5:17:

Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar.

No todos los ancianos tendrán la misma responsabilidad de predicar cada domingo, habrá quien lo haga ocasionalmente, pero aquellos que lo hacen regular o permanentemente deben ser librados de cualquier necesidad de ganarse la vida con trabajos seculares.

A pesar de la igualdad en responsabilidad y autoridad, existe una diferencia en el sustento que la iglesia debe proveer al anciano que gobierna bien, que se esfuerza en predicar y enseñar, desde luego, que tales tareas obedecen la don espiritual recibido, por ello Pablo establece que se les reconozca economicamente con una cantidad superior a la que reciben los demas ancianos, siempre de acuerdo a la capacidad financiera de la congregación.

Lo relevante es que esta diferencia de ingreso económico no se traduce en un mayor rango de autoridad sobre los demás pastores, la paridad no se altera, porque no se altera la responsabilidad del cargo ministerial.

C) DIVERSIDAD EN LA INFLUENCIA.

Las Escrituras nos instruyen que todo creyente, y esto desde luego incluye a los pastores, somos instrumentos de Dios para cumplir los propósitos de Dios.

La soberanía de Dios en la obra de la salvación y en los diferentes dones que el Espíritu da conducen a diferentes grados de influencia para el bien en la iglesia de Cristo.

Por supuesto, una vez más la historia de la iglesia y la experiencia cristiana demuestran que esto es cierto. No fue la misma influencia que el apóstol Pablo tuvo que los apóstoles Pedro o Juan, por lo tanto, la influencia que tenga un pastor en la iglesia sea por su enseñanza, su consejeria, su administración o su predicación, lo distinguira de los demás ancianos, pero no la hará superior a ellos.

Aún la diversidad en la influencia que pudieran tener los ancianos en la congregación, no significa que se altere el principio de igualdad entre ellos, sino por el contrario, afirma el principio de “primus inter pares”.

Una vez más Strauch nos arroja suficiente luz para poder no solo entender, sino, aplicar estos principios bíblicos, al señalar:

Rodeado de otros once apóstoles que eran sus iguales, Pedro se   fortaleció, se equilibró y fue protegido de su naturaleza impetuosa y de sus temores. A pesar de su destacado liderazgo y habilidad       oratoria, Pedro no poseía ningún rango legal ni oficial por sobre los otros once. No eran sus subordinados. No era el “pastor mayor” sobre los demás apóstoles. Pedro era sencillamente el primero entre sus iguales, y eso con la aprobación misma de nuestro Señor.[7]

El Nuevo Testamento, entonces, enseña la pluralidad, la paridad y la diversidad de los ancianos en el liderazgo de la iglesia. Es a la luz de estos tres principios que se deben organizar y trabajar los ancianos de cada iglesia local  a fin de que su liderazgo sea bíblico.

La diversidad de dones, influencia y apoyo económico no debe ocultar la paridad de autoridad oficial que pertenece a cada anciano. La paridad y pluralidad de los ancianos no debe suprimir las implicaciones de la diversidad de los ancianos en la distribución de las responsabilidades y ministerios en la iglesia. La paridad en el cargo no requiere una igualdad artificial en la distribución del ministerio o del apoyo financiero.

Es imposible que exista orden en la iglesia, cuando no hay orden en el liderazgo de la iglesia.

Es imposible que exista un liderazgo bíblico de ancianos, donde no hay un sometimiento a la autoridad de la Palabra de Dios, que ordena la pluralidad, la diversidad sin alterar la paridad en ese liderazgo, para ello, cada pastor debe ser un hombre comprometido con Cristo, con su Palabra, con su propósito, con su ejemplo, un hombre que se niegue asimismo, que tome cada día su cruz y obedezca al Salvador, un hombre que ame más a Dios que a el mismo, un hombre que aborrezca el pecado y ame la pureza de Dios, de Su Palabra y de Su Perfecta Voluntad, un hombre que con humildad estime como más importante la opinión de los demás antes que imponer la suya en la toma de decisiones en la iglesia, un hombre que busque siempre exaltar al Creador y no exaltarse a él mismo en la privilegiada tarea de apacentar a las ovejas del Señor Jesucristo. Que Dios conforme el corazón y ministerio de cada pastor a la buena, agradable y perfecta voluntad de Dios.

         “Y os daré pastores según mi corazón, que os apacienten con ciencia y con inteligencia.” (Jer.3:15)

BIBLIOGRAFIA

  1. Gerhard Kittel, Gerhard Friedrich, y Geoffrey W. Bromiley, Compendio del diccionario teológico del Nuevo Testamento (Grand Rapids, MI: Libros Desafío, 2002).
  2. Alexander Strauch, Liderazgo Biblico De Ancianos: Un Urgente Llamado a Restaurar El Liderazgo Biblico En Las Iglesias trad. Dante N. Rosso (Cupertino, CA; Littleton, CO: DIME (Distribuidora Internacional de Materiales Evangélicos); Lewis and Roth Publishers, 2001).
  3. John MacArthur, El Plan del Señor para la Iglesia. Editorial Portavoz, 2005.
  4. John MacArthur, El Ministerio Pastoral, Cómo Pastoreaer Biblicament. Grupo Nelson, 2009.
  5. Miguel Nuñez, De Pastores y Predicadores. B&H Español, 2019.

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Autor: Pastor Héctor Romo García.