El pastorado bíblico es mucho más que predicar los domingos. Implica entrega constante, sacrificio y una guía espiritual fiel que edifica la iglesia de Cristo. Este artículo es una reflexión honesta sobre el verdadero llamado pastoral y los desafíos que conlleva servir a Dios con integridad.
Escuché hace bastante tiempo la historia de un niño, hijo de pastor, al que se le preguntaba –¿Qué hace tu papá? Y este respondió –Nada, es pastor.
Muchos falsos pastores y pastores verdaderos, pero poco diligentes han contribuido a esta idea. Se suele pensar que el pastor es el hombre que trabaja un día a la semana: durante el sermón del domingo. ¡Esto es terrible! Yo soy pastor, y he cosechado lo que otros han sembrado, pero también estoy consciente por el Espíritu Santo que estoy sembrando lo que otros cosecharán; sea para bien o para mal. Dios me ayude.
Me siento lejos de ser el pastor que Dios demanda, pero mentiría si dijera que no hago lo necesario, porque la gracia de Dios ha sostenido fiel mi ministerio hasta ahora para Su propia gloria y el bien de Su iglesia. A Él gracias.
Soy testigo de los horarios ocasionalmente inflexibles, de las llamadas y visitas urgentes en las madrugadas, de los discipulados entre la semana, del agotamiento mental y creativo del trabajo homilético donde el Espíritu Santo parece reducir Su ayuda a diferencia de la exégesis; soy testigo de las lágrimas y la impotencia; de los gozos y las tristezas; del sacrificio de los propios derechos y de la generosidad de ciertos hermanos (hoy recibí una visita y una canasta mientras escribo esto); soy testigo de las bodas, pero también de los funerales; pero, sobre todo, soy testigo que cuando una congregación está siendo bíblicamente pastoreada, jamás sucumbirá ante las ideas populares acerca de los pastores.
El Concepto básico del Ministerio pastoral
Una iglesia local puede estar conformada por miembros regulares, pastores y diáconos (Filipenses 1:1). Un miembro regular puede ser calificado y llamado por Dios a ser pastor o diácono, pero un pastor y un diácono no son “miembros regulares” sino “oficiales” de la iglesia (designados oficialmente a ejercer el ministerio del pastorado o diaconado). No se entienda esto como una forma de orgullo, sino como una distinción en su rol de gobierno de la iglesia Todos tenemos el mismo valor para Dios: la preciosa sangre de nuestro Señor Jesucristo. Cristo dio Su misma vida tanto por miembros ordinario como por los pastores y los diáconos.
Asimismo, un diácono no es un pastor, ni viceversa. Aunque ambos conforman el liderazgo bíblico, el pastor ejerce un gobierno directo mientras que el diácono ejerce un gobierno indirecto. El hecho de que la labor del pastor está más inclinada al cuidado espiritual de la congregación mientras que la del diácono se halla más hacia el cuidado físico, no significa que el diácono no pueda ser considerado para apoyar a su pastor en una labor espiritual (1 Timoteo 3:9). Tampoco significa que el pastor deba levantar jamás una escoba o apoyar en el suministro a las viudas, cosa que los primeros pastores hacían antes de ordenar al ministerio a los siete varones que llamaremos proto-diáconos (Hechos 6:2).
Existen bastantes asuntos que tratar sobre el malentendido general del diaconado en la iglesia local, pero eso es harina de otro costal. Sin embargo, quiero recordarle que ellos no darán cuentas a Dios de pastorear a la congregación porque sencillamente no es parte de su rol (Hebreos 13:17). También es necesario añadir como nota extra que, si bien es cierto, ellos no pastorean, no obstante ejercen un liderazgo indirecto. Ellos han de delegar tareas entre otros miembros regulares pues deben cumplir con los requisitos bíblicos que los capacita para bendecir también a otros con el servicio del Señor. Recuerde que para los sucesos en Hechos 6 la iglesia en Jerusalén ya contaba con más de cinco mil personas. Hechos 4:4; Hechos 5:14 y Hechos 6:1 nos muestra ese crecimiento de la iglesia. Desde luego que tan solo siete proto-diáconos no se darían abasto con semejante multitud. Por lo tanto, es obvio que estos varones delegarían tareas físicas con la autoridad de su cargo por comisión de los pastores.
Esto nos lleva al término de tan larga pero necesaria introducción. Solo los pastores pastorean la congregación. Ellos han recibido la comisión y capacidad por el Espíritu Santo para esto mismo (Hechos 20:28), no los diáconos. Los pastores se convierten en portavoces de la autoridad de Cristo para el gobierno de Su iglesia. No desde su propia autoridad, sino con la autoridad de Cristo.
Existen pastores legalistas que se enseñorean del rebaño conforme a sus opiniones y caprichos. Los hay, pero ese tema es otra historia, y ellos darán cuentas a Dios. Pero la Biblia nos dice claramente solo los pastores deben ejercer ese gobierno con autoridad y con responsabilidad (1 Pedro 5:1-4).
El Enfoque Primario del ministerio pastoral
Entonces es claro que los pastores deben gobernar la iglesia. Pero ¿Cómo deben hacerlo? Quizá ha quedado por sentado que es conforme a las Palabras de Dios en la Biblia. Esa es la respuesta general, pero necesitamos seguir preguntándonos de forma específica –¿Cómo deben hacerlo?
Esta pregunta tiene bastantes formas sencillas de ser respondida. Con un amplio repertorio bíblico. Pero en esta ocasión, me gustaría matar dos pájaros de un solo tiro (o defenderlos, si es usted demasiado ambientalista).[1]
La respuesta bíblica que elegí al cómo deben gobernar o pastorear me servirá también para aventurarme a aclarar un malentendido referente a la distinción de los títulos pastor, anciano y obispo
Un error bastante común en las iglesias locales con un liderazgo plural es considerar a uno o varios como pastores y a otros como ancianos. Suelen entender que solamente quien está dedicado de tiempo completo o que tiene sus ingresos de la iglesia es un pastor, mientras que otros líderes que no están de tiempo completo2 o que tienen trabajos seculares pueden ser llamados ancianos. La raro con este problema es que estas iglesias pueden entender que se trata de la misma función (gobernantes), pero tratan de bajar el nivel de responsabilidad u obligación de otros pastores llamándoles con el título ancianos. Esto a pesar de que 1 Timoteo 5:17 nos presenta a ancianos que están de tiempo completo y reciben su sueldo de la iglesia local. De hecho, ningún verdadero pastor legítimamente llamado servirá en el ministerio de tiempo parcial. Siempre ha de poner el alma en ello.
La diferencia entre pastor y anciano es la misma que entre cara y rostro. Son sinónimos junto al término obispo y se refieren al ministerio pastoral. No podemos ignorar que son términos diferentes, aunque indican el mismo oficio. La Biblia nos muestra el uso intercambiable de estos términos en 1 Pedro 5:1-2 donde se dirige a los ancianos que pastorean cuidando o velando (éste último verbo proviene del término griego traducido obispo [lit. obispeando]). También en su despedida en Mileto relatada en Hechos 20:17 y Hechos 20:28, Pablo manda llamar a los ancianos a continuar pastoreando la congregación en la que el Espíritu Santo los ha hecho obispos. ¿Lo ve? Un pastor puede ser llamado anciano u obispo de igual manera. Tal como la cara puede ser llamada rostro.
Desde luego que cada palabra que señala al ministerio pastoral tiene distinta connotación en cierta área de este. Esto nos lleva por fin a la respuesta sobre qué es un Pastor Bíblico.
Un pastor es llamado pastor porque pastorea. Simple ¿No? La idea es que éste ha sido comisionado por Dios para alimentar a Sus ovejas con Su Palabra (Deuteronomio 8:3). De modo que ejerce el gobierno transmitiendo públicamente al rebaño las necesarias Palabras de Dios para ser obedecidas: la predicación expositiva.
Un pastor es llamado anciano porque aconseja. La figura de alguien con cabello blanco sugiere sabiduría y confianza para solicitar consejo para la vida. Por supuesto, hay personas canosas que no son sabias; este título entonces no es ganado por edad, es otorgado por la sabiduría. Pero la sabiduría que de Dios procede en Su Palabra (Salmo 119:97-98). Así, un pastor gobierna proveyendo el consejo necesario a las personas en necesidad de forma personal: el ministerio de la consejería bíblica.
Por último, un pastor es llamado obispo porque vigila. Este término enfatiza la capacidad del pastor para supervisar y proteger al rebaño del error doctrinal al que están expuestos por el mundo y los falsos maestros que buscan hacer proselitismo fuera o dentro de la iglesia local (1 Pedro 3:15; Judas 1:3). De esta manera, el pastor gobierna preservando el buen orden de la fe cristiana entre la membresía y visita de la iglesia local ya sea denunciando el error de forma pública o privada según el caso: el cuidado pastoral con la apologética (defensa de la fe).
Desde luego, no existe un pastor que pueda aconsejar, pero no predicar; que pueda presentar defender al rebaño de los falsos maestros, pero no aconsejar a las ovejas. Todo Pastor Bíblico verdaderamente llamado al ministerio debe ser capaz de predicar y enseñar, de aconsejar y de presentar defensa efectiva de la fe ortodoxa.
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Autor: Prof. Manuel Morales